En medio de la crisis, con el confinamiento de las personas y el desplome de la actividad económica, podemos extraer algunas conclusiones colaterales que no se refieran a la gestión política de la pandemia, la compleja relación entre el gobierno y las comunidades autónomas, la falta de material médico y de protección, el esfuerzo ímprobo de los profesionales sanitarios y la seguridad del estado, y el loable comportamiento ciudadano ante una situación inesperada que ha multiplicado el desempleo y desarticulado muchos mercados con la falta de clientes para las empresas y autónomos.

Esas conclusiones, de las que referiré algunas, aún siendo generales, creo que son un orgullo para todos: el país tiene una capacidad alimentaria, industrial, logística y de distribución enorme; unas redes de electricidad, agua, telefonía y datos de altísimo nivel; unos centros de investigación biomédica de excelencia, que participa junto a los mejores del mundo en la elaboración de vacunas y tratamientos farmacológicos; una industria competitiva globalmente que cambia fabricar ropa por mascarillas y protectores, o respiradores donde se producían automóviles; y además una organización institucional y de servicios que, puesta en valor, igual construye un hospital de miles de camas en Ifema en una semana, que organiza nuevas ucis en tiempo récord.

Un país admirable en tantas cosas ha visto que tiene que cuidar estratégicamente “su” producción y “su” industria, que en el libre mercado global, en el que participamos todos, pueden darse situaciones de emergencia que conlleven el cierre de fronteras, puertos y aeropuertos, y es conveniente impulsar y conservar determinados sectores que respondan a las necesidades de abastecimiento y servicios de la población

España tiene una industria del juego magnífica; sin ser estratégica, hemos creado el mercado del juego en nuestro país; junto a nosotros, fabricantes, nacieron los operadores y un modelo de entretenimiento sencillo y económico, que es el ocio de muchos ciudadanos. De él se beneficia la industria hostelera, la específica del juego presencial: salones, bingos y casinos, y las administraciones públicas, y  la  del juego on line, con ingresos muy relevantes. Esta relación industria – operadores – hostelería – Estado, genera una actividad económica cercana al 1% del PIB, algo inferior ahora desde la crisis económica y las trabas administrativas y de opinión pública a que se ve sometido el sector. Industria global que aporta  260.000 puestos de trabajo,  directos e indirectos,  en un País en el que la tasa de desempleo en Marzo era nada más y nada menos que del 14,5%.

Es triste observar como de los grandes problemas que afectan a la formación y empleo de nuestros jóvenes, la opinión pública española no hace hincapié en las causas del abandono o el fracaso escolar, las dificultades para encontrar un primer empleo o la temporalidad, o los problemas derivados del mal uso de las nuevas tecnologías, sino en las tradicionales máquinas y modalidades de juego, que entretienen a los ciudadanos sin las promesas millonarias de arreglarles la vida en un golpe de suerte, sino coadyuvan a su entretenimiento desde hace cinco décadas, sin ocasionar, como dicen los estudios más serios, nada más que los problemas residuales que el uso de la libertad personal puede conllevar.

Mientras nuestros negocios permanecen cerrados a cal y canto, debemos ser los primeros en colaborar con las autoridades en la “desescalada”. Nos corresponde a la industria española, de larga tradición en la creación del mercado del juego, generadora  de innovación y empleo, hacer valer nuestra fuerza y las bondades económicas y sociales de nuestros negocios, sin que una doble moral se imponga en la opinión pública, que mira para otro lado ante multitud de problemas y centra su visión en los  jóvenes que se socializan en torno a un entretenimiento asequible que no promete vivir sin trabajar sino pasar un buen rato.

Estamos orgullosos de nuestro país ante la crisis sanitaria, del sacrificio de la sociedad española. Aprovechemos este tiempo de desolación para relanzar nuestro futuro asentado sobre los valores propios: industria, innovación, empleo, empresas operadoras, industria auxiliar asociada, hostelería, juego presencial. El futuro, o lo construimos entre nosotros,  o nos quedaremos en la mayor irrelevancia.